San Francisco es famosa por su complicada orografía. La ciudad creció sobre diversas colinas de pronunciada pendiente (en ocasiones superan el 30 %), lo que supone un reto incluso para los propios sanfranciscanos. La distribución urbana consiste en largas avenidas rectas que forman cuadrículas muy ordenadas, algo realmente cómodo en la mayoría de las ciudades modernas, pero que aquí se presenta de manera que las calles bajan siguiendo la pendiente en línea recta. En el siglo XIX las cuestas eran insalvables y hasta los caballos se rendían al tirar de los carromatos.
En consecuencia, nadie quería vivir en las zonas altas que conformaron los barrios más deprimidos de la ciudad. Eso impedía el desarrollo urbano. Para salvar este escollo, en 1873 se construyó la primera línea de tranvía eléctrico de San Francisco, que hoy se ha convertido en todo un icono estético y funcional de la ciudad. Una visita a San Francisco no está completa sin un viaje en estos míticos vehículos, tanto por interés turístico y diversión como por auténtica utilidad. Las piernas de millones de viajeros lo han agradecido.
Es necesario diferenciar entre el tranvía en sí y el llamado cable car. Ambos tienen un funcionamiento similar y son interesantes reliquias, pero la visita más deseada suele ser la del cable car. Estos tranvías consisten en un sistema de cableado en el subsuelo que se mueve impulsado por grandes motores. Los coches del cable car se enganchan a estos cables y son arrastrados por todo el recorrido. El enganche se realiza manualmente por el conductor, lo que convierte al cable car en una especie en extinción en lo que respecta al transporte urbano. Estos coches son máquinas del tiempo que merece la pena conocer. Si deseamos profundizar en su historia podríamos visitar el Museo del Cable Car en Nob Hill. Las tres rutas disponibles del cable car nos permiten conocer algunos de los barrios más emblemáticos de San Francisco, como Chinatown, Russian Hill, Nob Hill o Fisherman’s Wharf .
Por su parte, en la línea F del tranvía convencional podemos montarnos en algunos coches restaurados que tienen más de 150 años y proceden de todo el mundo. Constituyen un auténtico museo rodante y en su trayecto podemos conocer y llegar a lugares imprescindibles como Castro, Union Square, el distrito financiero, Market Street y Fisherman’s Wharf.
Entre las calles California y Powell encontramos un punto estratégico perfecto para fotografiar a los míticos tranvías de San Francisco.
Tiene un coste de 5$ para los adultos, pero revisa los abonos existentes en San Francisco, está incluido en varios de ellos. A continuación te dejamos el plano de las rutas de los Cable Car de San Francisco, no dudes en utilizarlos todo lo que puedas porque mucho más que un medio de transporte, son toda una experiencia que nos acerca aún más a la esencia de esta bellísima ciudad.
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